Papeles tirados en la nada,
sin nada escrito, vacíos,
borrados por brisas frías,
que se topaban en su camino,
mejor seria, si no fuesen vistas,
ni aquellas palabras leídas.
En algún lugar de aquella niebla,
fría y delicada,
donde se apuñan los recuerdos,
el pasado y el olvido,
esta escribiéndose una carta,
con una pluma de cupido,
y con mi sangre teñida de negro,
En algún lugar de aquella larga noche,
inolvidable y soñada.
¿Por quien fueron leídas?
¿Por quien fueron recordadas?
aquellas extrañas palabras,
aquellos necios reglones.
Maldito el santo que las leyó,
Bendito el demonio que las recordó.
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